La evolución iconográfica de un tema nos ilustra sobre las variaciones de las creencias, sobre la tensión o la relajación del sentimiento religioso. Existe una semántica icónica que merece un lugar en la jerarquía de las ciencias históricas, análogo al que ocupa la semántica verbal en el campo de las ciencias filológicas.
La iconografía no refleja solamente las creencias: a menudo las crea. Muchas leyendas de santos deben su nacimiento a imágenes a veces mal comprendidas o interpretadas en sentido contrario.
Así pues, la iconografía no es solamente una ciencia auxiliar, sino una ciencia independiente por su objeto y sus métodos que, aun prestando servicio a la arqueología y a la historia del arte, abre horizontes a la historia general de la civilización, a la evolución del pensamiento y del sentimiento religiosos y contribuye, tanto como la estilística, a la comprensión de la vida profunda de las imágenes. Uno de los ejemplos es la iconografía de cristo.
Los precedentes de esta devoción pueden buscarse muy lejos. El corazón humano siempre ha sido un símbolo de amor carnal o místico. En sus sermones San Bernardo habla sin cesar del "muy dulce corazón de Jesús" a partir del siglo XII. Del culto de las cinco llagas, y especialmente de la llaga del costado, que se desarrollóo hasta finales de la Edad Media, debía naturalmente pasarse al culto del corazón. Bajo la influencia de éste, la herida del costado de Cristo crucificado se trasladó de derecha a izquierda, es decir al sitio del corazón.
No obstante, fue a finales del siglo XVI cuando afloró en la imaginería popular el corazón de Jesús atravesado por tres clavos y engastado en una corona de espinas. Estas imágenes fueron quienes engendraron el culto del Corazón de Jesús y no al contrario.
Al contrario de lo que postula una opinión muy difundida, no fueron las visiones de Margarita María de Alacocque, del convento de las salesas de Paray le Monial, las que constituyeron el origen de esta devoción, patrocinada sobre todo por los jesuitas. El verdadero iniciador del culto litúrgico del Sagrado Corazón de Jesús fue el normando Juan Eudes, fundador de los eudistas. Todo cuanto se puede reconocer a la salesa es que Eudes no separaba el Corazón de Jesús del Corazón de María, al tiempo que el fervor femenino de M. M. Alacocque se orientó hacia el de Cristo sólo. Esta nueva devoción, consagrada oficialmente en 1685, acordaba con la política del catolicismo romano que quería afirmar por medio de este símbolo del corazón abierto, al encuentro del protestantismo y del jansenismo, el amor de Dios hacia todos los hombres, sin excepciones.
Iconografía:
Fue por una mujer, la reina de Portugal, que se pintó la primera imagen del Sagrado Corazón, obra del italiano Pompeo Batoni en 1780. Ésta representa a Cristo cardióforo que tiene un corazón en llamas en la mano izquierda rematado por una pequeña cruz y rodeado por una corona de espinas. Esta fórmula ha sido rechazada, y hasta prohibida, por la Congregación de Ritos, de manera que en la actualidad se puede elegir únicamente entre dos modelos:
1. El corazón en llamas de Jesús es aplicado exteriormente sobre su pecho.
2. Rayos de luz emanan de una incisión practicada en el pecho de Jesús, del lado del corazón.
Las estatuas del Sagrado Corazón de Jesús que se multiplicaron a partir del siglo XIX proceden casi todas de la figura de Cristo esculpido por el danés Thorvaldsen para la iglesia de Nuestra Señora de Copenhague.